Testimoniatge de Emilia Benages Gasch
Nom i cognoms: Emilia Benages Gasch
Data de naixement: 1917
Lloc de naixement: Villahermosa, l'Alcalatén
Data d’entrevista: 2 de febrero de 2011
Lloc de l’entrevista: L'Alcora
Nom de l’entrevistador/a: Maribel Peris i Juan Luís Porcar
Llengua vehicular: Castellà
Descriptors temàtics: Guerra civil, activisme polític, repressió, vida quotidiana
Observacions:
Reproduex el testimoniatge. Part 1 de 1.
TRANSCRIPCIÓ
E: Entrevistador 1, Juan Luís.
E2: Entrevistadora 2, Maribel.
EB: Emilia Benages.
F: Filla d’Emilia.
E: Entrevista a Emilia Benages, Alcora, 12 de febrero de 2011.
O siga, vostè era de Villahermosa. La familia suya era de Villahermosa.
EB: Mi padre ya no se conformaba a estar en aquel pueblucho.
E: En Villahermosa.
EB: Y se bajó a l’Alcora y conoció a mi madre. Pues familia de él… que eran los cotilleros… vivían aquí y se bajó, y aprendió a bastero. ¿Sabes lo que es?
E: Sí.
EB: Y se casó con mi madre, que mi madre se subió a Villahermosa con él, que aún no había carreteras… de Lucena a Villahermosa, en caballo.
E: ¿Usted aún no había nacido entonces?
EB: No, no. Pasaron un tiempo allí, y pensó de bajar a aprender de guarnicionero, y él le enseño al otro de bastero, y entonces yo nací en el carrer Fosc. Las hermanas de mi madre no se hablaban porque la abuela las heredó… y mi padre dice «Chica, vámonos a Villahermosa que estaremos solos», y estuvo…
E: ¿Usted de niña estuvo en Villahermosa?
EB: Hasta los dieciséis años estuve en Villahermosa.
E: ¿Fue al colegio, allí?
EB: Sí.
E: ¿Y luego ayudaba en casa a sus padres? ¿Tenían tierras o algo?
EB: Tenía muchos hijos, y tenía una chica que mi madre la enseñó a coser y a bordar, y nos cuidaba a todos… y tuvieron ocho hijos.
E: ¿Ustedes eran ocho hermanos?
EB: Bueno… pero murieron.
E: ¿Pero eran ocho? ¿Usted tenía ocho hermanos?
EB: Sí.
E: ¿Y la familia vino a Alcora cuando empezó la guerra o después?
EB: Al bajar los de Puertomingalvo, que ya huían porque venía…
E: Venían los de Franco…
EB: En casa teníamos… teníamos cuatro casas… se colocaron seis familias, y te habías de acuzar donde podías. Una noche, se presentaron tres soldados a mi padre y dice «Señor, ¿que no nos hará la cena?», dice «Si se esperan esa gente…», dice «No tengo sitio», dice «Pues mire, ahí arriba tengo una caseta [inaudible]». Da la casualidad que vamos a Sueca, y ellos eran de Cullera… y una amistad grande.
E: Se fueron porque venían los de Franco y ustedes eran de ideas de izquierdas.
EB: Nos bajamos a l’Alcora y mi padre pidió permiso a los de la colectividad, si les dejaban ir con ellos… y nos fuimos todos a Sueca.
E: ¿Y en Villahermosa también había colectividad?
EB: No. Si allí era un pueblo muy pequeño…
E: Pero sí que mataron gente… fusilaron gente, los de Franco.
EB: Sí, a tres de Villahermosa. Uno era amigo de mi padre, que su padre fue…
E: A más fusilaron. A José Llach…
EB: José Llach fue el alcalde.
E: El alcalde. A ese lo mataron.
EB: Sí, a ese lo fusilaron después. Durante la guerra fusilaron… subieron de Alcora y se llevaron a un amigo de mi padre, que su padre fue farmacéutico; a uno que vendía ropa y a uno que era carpintero. Tres.
E: Pero después de la guerra mataron a más. A diez. A Manuel Benages Flor, a Fernando Chanco Adelantado… y después, Vicente Castillo Benages. Había un chico que lo mataron en Zaragoza… Toribio.
EB: Ay… que le aguantaron las uñas en Zaragoza.
E: ¿Y ese chico por qué acabó en Zaragoza? ¿Por qué lo mataron en Zaragoza, a ese chico?
EB: Lo cogieron…
E: ¿Era soldado y lo cogieron? ¿Y qué sabe de él?
EB: Pues nada… porque después bajó al pueblo con la familia y vivían de la [inaudible]… una familia normal.
E: Pero a él lo fusilaron en Zaragoza.
EB: Vino de Zaragoza.
E: ¿Y qué decía usted de las uñas?
EB: Le hicieron padecer mucho. A mi marido también lo cogieron aquí en Segorbe cuando venía Franco… decir «Franco» hasta me sienta mal.
E: Mató a mucha gente.
EB: Sí. Pues iba con uno de aquí de Alcora, que fue fraile, que le pintaron… cuarenta, me parece que eran… y uno de tantos… que iban todos juntos… lo denunció. Mi marido lo defendió y no se lo quitaba de encima. Cuando iban a dormir, se escaba y decía «Manuel, ¿duermo contigo?«, «Sí home, sí»… y cuando estaban por aquí dice «Manuel, ¿quieres que nos pasemos a los nacionales?», «De aquí a un rato [inaudible]» le dice, «Si te quieres pasar»… hizo una cueva, lo hizo entrar y le puso un ramo encima, y Manuel siguió y lo cogieron, y llegaron… me parece que en Alcora… camiones con los prisioneros, y camiones de latas de sardinas, bueno… y entonces se lo llevaron a Zaragoza, a Toledo.
E: ¿Manuel es su marido?
EB: Sí.
E: ¿Usted ya estaba casada, entonces?
EB: No. Nos conocíamos. Había uno de aquí de esta calle… un Blanxart no sé qué… que lo confundieron con mi marido… y en correos había un cuarto, y todos pegándole. Estuvo quince días sin moverse de la espalda.
E: ¿A su marido o al otro?
EB: Pero fue confundido por este que vivía aquí arriba.
E: Ramón Blanxart. Ese murió en Zaragoza.
EB: Como Manuel era Branchadell, pues lo confundieron.
E: ¿Y el otro chico murió allí? Lo mataron en Zaragoza.
EB: Sí.
E: Y su marido pudo salir.
EB: Sí, vino aquí.
E: ¿Y cuál era el nombre de su marido?
EB: Manuel Branchadell Beltrán.
E: ¿Su marido era de Alcora?
EB: Sí. Entonces, cuando salimos de la cárcel… estando en Sueca nos dijeron «Hasta el veinte de no sé qué, todos [inaudible]», y mi padre era republicano y se mató… se tiró al río. Porque si hubieran venido, a palos lo hubieran matado.
E: ¿Su padre era Solsona?
EB: Benages.
E: ¿Y de segundo?
EB: Benages… espera.
E: ¿Solsona puede ser?
EB: No.
E: Se tiró al río. ¿Al Júcar?
EB: Sí. Allí hay una acequia muy grande, y estuvo unos días escribiendo que quería que no fuéramos a Inglaterra… decía «¡Uy, padre! ¿Inglaterra? No sabemos hablar…», y tenía un hermano en el frente [inaudible], y dice «Pues mira, el que por uno no mire a salvarse, a lo mejor se pierden todos». Estoy en Sueca y sube mi hermano «¡Emilieta, baja que el padre se ha tirado al río!», «¡Cobarde!» dije yo… y nos fuimos los dos al río pillando la balsa. Allí había un bulto, cogí una caña… y era un borrego muerto. Me entró un pánico… que cojo a mi hermano y nos vamos a Sueca, que estábamos en un maset. Mi madre llorando… y se dejó cartas escritas. Ya hacía días que escribía… una para el juez, para que no nos [inaudible] nadie. En la otra nos decía «No vayáis a Villahermosa. Ve a Sueca o a Sagunto», que teníamos amigos.
E: Ustedes estaban en Sueca… ¿se quedó su madre y cuántos hermanos?
EB: No, no, que nos vinimos…
E: Pero cuando estaban en Sueca…
EB: Éramos César, María, Floreal y yo. Cuatro.
E: ¿Y a su padre lo pudieron enterrar?
EB: Cuando fueron a buscarlo… unos de Ludiente, se hicieron amigos unos de allí, y bajaron y se fueron a buscarlo por la acequia, dice que bajaba derecho y llegó a un mar a Cullera. Llegaron a buscarlo y los guardias forestales dicen «Ayer enterraron a uno en Cullera que salió en el mar»… y era mi padre. Cuando dijeron de venirnos, dije «Pues yo tengo que llevar la defunción, porque si no…», y una hija de esta mujer me acompañó una noche a Cullera. Llegamos, y estaban haciendo una fiesta de la Virgen de no sé qué… y el juez estaba allí arriba, y nos sentamos y bajó a las once de la noche y [inaudible]. Subimos… que nos meábamos en los pantalones. Una noche de truenos… y mi madre llorando «Ay, si [inaudible]». Todo nos parecía que era negro. Y nada, al otro día me fui al juzgado, y también me quería acompañar [inaudible]… y subí, y al juez le di la carta que escribió para él, y la mía la di porque decía [inaudible] para que lo fueran a buscar.
[Entra la filla a casa]
F: Hola. Jo sóc la filla.
E: Ah, hola.
F: Sí que s’aclarireu?
E: Sí, estem parlant…
EB: Y nos venimos a Castellón con los de la casa de Ludiente… esa mujer. Yo en el bolso llevaba todo lo de mi pare, toda la documentación… y llegamos a Castellón y esperando el coche, viene uno de Villahermosa y la guardia civil, y nos pone las esposas a mi madre y a mí, delante de los niños.
E: ¿En Castellón? ¿Nada más llegar en tren?
EB: Sí. Cuando iba a subir al coche de Villahermosa, nos quitan las esposas, «Ale, vamos para allá». A la que estaba lejos, pienso en el bolso y me vuelvo corriendo «Tía Manuela, lo que hay en ese bolso hágalo desaparecer».
E: ¿Qué llevaba en el bolso? ¿La carta de su padre?
EB: Y [inaudible] que era de la CNT… y no sé si llevaba alguna arma, también. El caso es que la mujer lo hizo desaparecer. Y llegamos a [inaudible], nos llevaban en el coche de Villahermosa y llegamos…
E: ¿Pero iban detenidas de alguna forma?
EB: No, no. Llegamos a Villahermosa y nos encierran en un cuarto que fue el matadero, a los tres niños, a mi madre y a mí. La cárcel estaba así…
E: ¿En Villahermosa? ¿La cárcel municipal?
EB: De noche esperaban, y no nos bajaban porque en la cárcel había tanta gente que no cabían… hasta que hicieron una expedición. Vienen y dicen «¿Los chicos dónde los quieren?», mi madre dice «Ahí en Alcora», dice «Uy, se los han de llevar… ¿y si les pegan en el coche?». Total, que se hace de noche y viene el coche de Denia y subió un hijo de una hermana de mi madre, vestido de [inaudible], y un guardia civil dice «Me llevo a los niños a Alcora».
E: ¿Sus hermanos eran más pequeños que usted?
EB: Sí. César, María y el pequeño Floreal tendrían unos cinco añitos.
E: Usted tendría dieciocho o diecinueve…
EB: Dieciséis cuando salí de Villahermosa, y a los diecinueve ingresé en la cárcel de Castellón con mi madre.
E: ¿Su madre también ingresó?
EB: Claro. Y nos incautaron… que teníamos cuatro casas, porque mi padre trabajaba… compraba fincas viejas y casas viejas, y las restauraba… dice «Te compro esa casa», enseguida era [inaudible]… y nos tenían un poco de envidia. Nada más porque decía «madre» y «padre», las de la escuela me se reían, porque allí ni hablaban el castellano… «mare i pare».
E: ¿Y a usted y a su madre de qué les acusaban?
EB: Mira… entro en la cárcel, y el director nos hizo pasar mucha hambre… y va y cambiaron de director…
E: ¿Adolfo Rico?
EB: Don José Rico… y lo cambió todo. La comida nos la hacían en esos bidones de alquitrán… por cierto, que eran de Villahermosa y han vivido aquí. Aquel compró joyas con tapadoras y nos hacía el rancho con carne de la que fuera y patata. Y subió… «Quiero que mis chicas bajen pintadas y arregladas al patio», y nos trajo una cuerda para jugar. Yo no había tenido nunca anginas, y cada día que [inaudible] a fusilar, me se ponían así, y subía un médico catalán todos los días a pasar revista.
E: ¿Las mujeres estaban separadas de los hombres?
EB: No, no. Una habitación aquí y la otra allá, y arriba había que subir una escalera.
E: ¿Y había muchas mujeres, en Castellón?
EB: Cuando yo estaba, sesenta y tres.
E: ¿Y usted estuvo un año en Castellón, en la cárcel?
EB: Un año y diez días. Allí cumplí los diecinueve. Este señor, el médico, le contó que yo me había de operar de la garganta. Mi madre mandó a uno de Castellón y vino y dice «No me atrevo a operarla porque aquí hay moho». No había tanta higiene en las mujeres y me tomo… que tenía hemorragia… y va este director que le habló en catalán, y a los dos días sube, «¡Emilia Benages Gasch!», y allí todos [inaudible]. «¿Usted es la que se quiere operar?», «Sí, señor», «¿Y no tiene miedo?», «Ay, pues no, señor»… habían muchas que, tan hinchadas las tenía, que me ponía una cuchara de madera para apartármelas porque no podía respirar. A los dos días me llaman, «¡Baje!», y había dos guardias y me llevaron al hospital. Me habían de pegar a la superiora para que… responsable mía por si me escapaba… «Ay, ¿dónde la pondremos?». Un hospital tan grande y no pasaba… y era porque tenían miedo que me escapara. Una monja dice «Con una mano abajo a la [inaudible]», y dice «Ay, no, que a lo mejor esta chica aprende lo que no sabe», y va otra y dice «Madre, [inaudible]», y decía «Que se la lleven»… y vamos, y al entrar digo «¡Uuuuy!», toda vestida la [inaudible], «Esto es el manicomio». Me entregaron a la monja del manicomio, y al pasar, los rojos estaban aquí en las rocas [inaudible], y el patio de… hombres allá y al entrar… y había uno de Vistabella, todo desnudo «Pasen, pasen, que esto…», y me entran y me dejan con sor Piedad, y como era roja…
E: ¿Se portaban mal, las monjas?
EB: Esa, sí. Me puso unos que se meaban aquí, y dos allá, y yo en medio. Se me cerró la boca, que no podía comer… y la otra monja, que le decían sor Lorenza, quietecita, iba a la cocina, robaba un huevo y lo batía con azúcar y me lo hacía beber. Yo estaba en mi habitación, y la tía Festitas… a mí me dieron un premio regional por hacer una abuela hilando… abajo tengo el diploma. Entonces me sacaron la abuela, y nada…
E: ¿Entonces estuvo unos días hasta que la operaron?
EB: ¡Uy! Cuatro meses, estuve en los locos. Pues la monja viejita le dijo a la superiora lo que me hacía, dice «Sor Piedad, la caridad no se niega ni a rojos, ni a negros ni a blancos», y entonces cambió… «Emilia, salga que va a traerme un pozal de agua caliente para lavarme los pies», digo «Sor, no sé dónde están los [inaudible]», «Que la acompañe una chica de ahí». Le traje el agua y se lavó los pies… y yo, a mi habitación. Por la tarde, las chicas de Alcora que tenían a su padre encerrado, venían a verme. Ella, cuando las veía venir «¿Adónde van?», «A ver a Emilia», «Pues no tiene visita». El enfermero, cuando las veía venir dice «Venid de tal a tal hora que ellas están comiendo», y venían a verme. A la cárcel venían a vernos doña Gabriela, que… ¿la ha sentido nombrar?
E: ¿De Villahermosa?
EB: No, de Castellón. Presidenta de la Acción Católica. Su marido fue abogado antes de la guerra, y su hijo era alcalde de Castellón… y venían todas las semanas. La primera vez hizo grupos, y venía mi grupo y dice «Enséñanos el Padre Nuestro», yo digo «¡Uy, señora! Padre nuestro que estás en los cielos…», «¡Ah!, ¿lo sabes? [inaudible]». Desde entonces, [inaudible], que tenía un palique… que también estuvo presa y a un hijo lo fusilaron, y a ella dice que la sacaron…. con sus palabras, a los que iban a matarla, los convertía… «Hijos…», bueno, no la mataron. Y venía a visitarnos.
E: ¿Eso en la cárcel? ¿Venía a darle discursos? Usted en la cárcel de Castellón conocería a Teresa Gasch… que la entrevisté yo hace cuatro o cinco años.
EB: Teresa Gasch entró embarazada y se la llevaron al hospital y tuvo una niña. El día que venía… con los presos nos escribíamos una pelotita, cada una con uno… y había una mujer de aquí al lado… la cerámica de… en el pueblo que viene.
E: ¿Lucena? ¿Onda? ¿Figueroles?
EB: No.
E: ¿Costur?
EB: Tampoco… que hay una cerámica y un pantano…
E: San Juan de Moró. Ribesalbes.
EB: Ribesalbes. Una mujer que parecía una bruja, y una hermana… «Xe! [Inaudible] li diré al director que s’escriviu, [inaudible] os pegarán una paliza», y todas las chicas «Uy, la tía María…». Un día dice «¿Tú le tirarías estos papeles a mi hijo?»… que había unas rejas que daban a un sótano cuando pasabas al patio… digo «Uy, sí», y todas las chicas «¡Chica!, ¿y tú le tiras a esa abuela que nos quiere denunciar?». Ferrero, le decían a su hijo, y era el chivato de todos los de la cárcel… «Ferrero, que esto lo manda tu madre», que la habían de [inaudible], y todas «¿No tienes vergüenza, tú?». Viene una ocasión que nos querían cortar el pelo a todos por los piojos. Habían treinta mil que no se podían sentar en el patio, y piojos por todos lados… y cuando vino Teresa, los presos que no tenían mucha condena estaban ocupaos en [inaudible], y avisaron a su marido, y por bajo de ese… «¡Teresa!», y al sentir a su marido, por la línea se arrima allí, y va y el de la garita «¡Quieta!», y todas nos quedamos que si disparaba, y entró… y vienen y cambian al director, a don José Rico, y para el día de su santo, un preso me escribió una poesía que la tengo por ahí… si quieres que la busque.
E: Al director… una [inaudible] al director.
EB: Al director…
E: ¿Ese era José Baldayo?
EB: No sé… y hay una rotonda donde decían la misa de San José. A uno de Almazora se le ocurre, cuando alzaban a Dios, cantar La Internacional.
E: ¿En la misa?
EB: Se acabó la fiesta… al otro día lo fusilaron en el patio.
E: ¿A la semana siguiente? ¿En el patio fusilaron a veinticinco?
EB: El patio de los hombres estaba al otro lado, y después vinieron unos jefes de Madrid… ¡Uuuuhh!… y una mañana sacan a trece al patio, y todos los presos aquí, con guardias apuntando, y los presos allá que iba a fusilarlos… y los fusilaron. Los presos cantando el «Cara al sol». Les hacían… bueno…
E: ¿Y eso fue por lo de la misa?
EB: [Inaudible].
E: ¿Y al que cantó La Internacional lo mataron antes?
EB: Primero o segundo, había ese…
E: Ese era Manuel Recasens, de Almazora.
EB: No sé… de Almazora.
E: Pero eso era el día de la República. ¿Eso no fue el 14 de abril?
EB: No lo sé…
E: Y otro día sacaron a más gente.
EB: A los pocos días que vinieron aquellos jefes de Madrid, a trece los sacaron ellos.
E: ¿En el mismo patio?
EB: En el mismo patio, delante de todos.
E: ¿Usted se acuerda de cuando se los llevaban en camión a fusilarlos?
EB: Sí. Verlos no, pero estaban debajo de nuestra habitación… unos lloraban, los otros cantaban. Un tío de una chica de allí me acuerdo que decía… festeaba con uno del comité de Alcora… dijo «Rubrito, será nuestro amor»; otros «Ay, mi madre…», «Ay, no sé qué…». Llega un día que estamos en el patio, y de Borriana trajeron a quince hombres y una mujer de Alcora, que le decían la tía Coles… «Chicas, que voldran afusilarme? Me han traído quince de pena de muerte»… yo no la conocía… y toda la cola «Calla! Que només tens vint-i-nou anys de presó!»… y pasó así. Llega un día y la directora, a las seis de la mañana «Dolores no sé qué no sé cuántos, vístase que la justicia la llama». Eso nos lo decían cuando iban a declarar, y ella miraba el tiempo y dice «Ai, sinyó Maria… a afusilar-me van», y al ponerse el pañuelo todas estábamos atemorizadas. Pues para estar en [inaudible] había que subir una escalera, y la escalera estaba llena de soldados, porque era una mujer muy tremenda… dice «En tan poquet de mal que he fet, i en cinc xiquets que tinc», y se la llevaron como si nada… y la fusilaron. Vivía por este barrio de San Vicente. Todas sus hijas, y no hace mucho se le murió el… que tenía cinco años… que le tocó pasar más hambre… cuando mi marido estaba en el horno se partían lo que les bajaban los dos, y hacían una cuevecita y decía «Hala, duerme que la tía [inaudible]». [inaudible] como está muerto, se ha dejado mujer, hijos, nietos… claro, hace tanto…
E: ¿Y la tía Coles no opuso resistencia? ¿La sacaron a la fuerza o…?
EB: No, no. Como si tal cosa, se la bajaron abajo al cuarto donde están los… ¿cómo se dice?… en capilla. Se la llevaron y no supimos nada.
E: ¿Y no fusilaron a ninguna mujer más?
EB: Sí, a una que estaba embarazada.
E: Teresa Gasch nos contó que a una mujer embarazada la sacaron arrastras.
EB: De cinco meses. A esa se le movió el cuerpo, y cuando la fusilaron dicen que pegaba saltos, y un soldado se desmayó, y entonces pidieron gente civil para fusilar voluntarios, y uno de aquí de Alcora salió voluntario. También fusilaron en Villahermosa a un maestro.
E: ¿Un maestro de Villahermosa?
EB: Don Arturo.
E: Millán. Ese maestro era de Villahermosa… pero era de Eslida.
EB: [inaudible], abajo había escuela.
E: Entonces usted conocería también a una mujer de Vistabella que le decían Matilde.
EB: Que se le murió una niña allí.
E: Matilde Alcón, de Vistabella.
EB: Cuando yo fui ya no estaba, pero dicen que tenía una niña y se le murió… que la denunciaron los que ayudaban al dentista en Visatabella… que después vivieron aquí en Alcora.
E: ¿Y usted, cuando… me ha dicho había más de sesenta mujeres… cuántos niños había? Niños pequeñitos con madre…
EB: Pues había lo menos cuatro. Una de aquí de Alcora tenía una niña que siempre la tenía malita… y a otra que tuvo un niño pequeño, se le murió estando en la cárcel. Cuando bajábamos decía «Al menos que me pongan con mi madre, que no esté sola», y a la que entré y vi tanta gente y conocidas de Alcora que nos conocimos en Sueca… «¡Ooooy! Están estas, también puedo estar yo». Yo trabajé mucho haciendo puntería.
E: O sea, que se acuerda que murió un niño.
EB: Sí.
E: ¿No se acuerda de más?
EB: No. De pueblos ataron dos familiares, y se las llevaban al norte.
E: A Santander.
EB: A otra cárcel para aclarar la cosa.
E: Y usted, cuando estaba en el hospital, que estaba en el manicomio… en los locos… la gente que estaba allí, ¿no serían de las palizas que les dieron? Que se volvieron…
EB: No. Me encerraron en la sala de los más locos, y el enfermero de tarde, a la que vio unos de Lucena, que se conformaba de [inaudible], por si estos jóvenes tienen un mal pensamiento en las… [inaudible] si no Federico [inaudible], y nada más me vio se puso a llorar… «Ai, fill… tan jovenet i ja te veig fent açò». Al día siguiente, sor Piedad, una que estaba en el calabozo que le pegaba por pegar, [inaudible] el señor Federico «Si ves que menea la mano o el pie, tócame que yo me acostaré ahí fuera», en vez de estar con los hombres. La miraba, y cuando ya ella se cansó, empezó a tocar el pie, y me levanto y cojo la silla y toco así, y el señor Federico y la de la limpieza, que se quedó allí fuera también, escaparon. Al cabo del rato se arma una al manicomio… con una alpargata le pegaba [inaudible]. Allí había una muda que ayudaba a la monja a tender la ropa, y ella tenía la cuerda y se la escondía, y todos los domingos se iba a un maset travesando la vía… y ese domingo no vieron que venía el tren y le pasó por encima. Claro, la reventó.
E: ¿Y usted allí estaba hasta que la operaron?
EB: No. Estuve cuatro meses, porque al director del hospital, que era un [inaudible] de Almazora, se le mató un hermano en un carro y sor Luisa, que pertenecía a la clínica de… «No tenga pisa, que don Manuel no está muy católico. Se le ha muerto…»… bueno. Cuando ya llegó que hacía fresca, yo digo «Cuatro meses… o me operan o me vuelven a la cárcel», porque iba a lavarme y enseguida las anginas. Sor Lorenza se lo dijo a sor Luisa, que era la que estaba con el médico de la guerra. Vino un día «¡Ay, Emilia! No meriende, que me ha dicho don Manuel que la han de operar esta tarde. [inaudible]. Es igual. Yo no comeré, pero estaré aquí», y fui y me esperé en la sala. Operaron a una que estuvo mucho rato y no me operaron, me dejaron para el día siguiente. Me operaron y costé mucho, que no me podía coger las [inaudible], las tuvo que ir cortando. Los puse a todos llenos de sangre. Me llevan a la sala y tuve una hemorragia, porque dice que el estómago no admite sangre. Una chica de allí me traía un barreño y arrojaba, y las monjas estaban comiendo. Total, que sor Luisa se disgustó y seguí estando allí. A última hora, el director dice «A esta chica la habremos de mandar a la cárcel, porque cuatro meses allá…» y sor Luisa [inaudible] subía, me escondía en el váter, dice «Mejor estar aquí que allá», hasta que [inaudible] dijeron que aquel día me llevarían a la cárcel. La superiora también me cogió simpatía, dice «Pues sin cenar no se irá». Me hicieron de cenar… después todas las monjas sentadas con el Cristo en la mano en el cuarto de espera… me tocó besarlos a todos. Sor Luisa no entró porque una monja me dio un muñeco para que le hiciera la ropa en la cárcel, y coge todos los paquetes y bajamos abajo, y eran los mismos guardias de hace cinco meses… dice «¡Uy, esta es aquella!», dice «Pues usted llévele esto». Total, que me traen a la cárcel y entro y… una fiesta.
E: ¿Usted ya estaba bien? ¿Ya estaba recuperada?
EB: Sí. Noelia Corbatón… yo no sé qué es de aquella chica… muy lista. Escribió una comedia y nos la hizo aprender para, el día de la Mercé, decirla en el patio de los hombres. Yo hacía de niña, pero como me fui, dice «Pues esta noche que vea la función»… y estando sentados mirando la función, sentimos un tiro… «¡Ay!»… y era que [inaudible[ había sacado un camión de leña y los presos la entraban. Pero habían cuatro, que seguramente ya lo arreglaron… a aquellos no los cogieron. Ellos por Castellón…
E: A alguno lo cogieron al cabo de los años. Que era de las Cuevas de Vinromà. Salvador. Se escaparon cuatro, ¿no?
EB: No lo sé.
E: Y usted fue a un juicio… al consejo de guerra iría.
E: No. [inaudible] viene un día, y no bajé porque me dolía el vientre, y mi madre me subió lo que dieron de cena, y viene la encargada… «Emilia Benages tiene la mano en la hija», digo «¿Que no lo sabes?», dice «Pues levántate que te vas en libertad»… ¡Uy, qué broma!… y se pusieron todas «¡Uy, la abuela se va de libertad!». Entre todas me levantan, y en medio de la sala, una me ponía una carta; la otra, otra… para que la tirara a la calle… «¡Yo no quiero salir, que no sé adónde ir!». Se quedaba mi madre allí… y va mi madre y dice «Emilieta, ve a casa la tía Carmen, que la hija vive viuda, Amparito»… que subió por los hijos, y era la única que los viernes… dinero no tenía, pero buscaba a una que bajaba a la cárcel y le daba a mi hermana, que tendría unos siete añitos, un paquetito con media docena de naranjas o lo que podía… pero ya teníamos la visita. Dice «Pasas a la tía Carmen»… y viene el día de la libertad y bajo abajo y un jefe «¿Adónde va la abuela?», dice «Se va de libertad, porque [inaudible] abuela es el ojito de la cárcel, [inaudible]», «¿Y quién lo ha dicho, eso?»… y me sacan. Para salir de allí habías de pasar muchas puertas, pero [inaudible]. Había allí un chico que dice «¿Tú estás en libertad?», dice «També», dice «¿Pero conoces Castellón?», dice «Soy de aquí», «¡Pues ya estoy salvada!». Yo Castellón…
E: No lo conocía.
EB: ¡Qué va! No había estado nunca. Me llevó a su casa… y al salir llovía. Yo digo «Chico, pues vámonos que llueve», dice «Vuélvete tú», y me llevó a su casa. [Inaudible], no sabían que hacer, y entonces me subí a l’Alcora al día siguiente.
E: ¿En el autobús, subió?
EB: Y bajando a la calle de mi tía, había allí un cura que le decían mosén Pastor, dice «Xica, que tu ixes de la presó?», y digo «Sí, señor», «¿Y adónde vas?», digo «A casa de la tía Carmen«, y dice «Pues ve». Llego allí y sacan la familia y [inaudible] y este… el padre de Amparito, que aún no había escullado el último, ya pagaba el plato. Yo digo… y una hija la tenían sirviendo en Castellón, y la otra, que vive ahí donde está el padre Damián, que su marido [inaudible]… y le decían que era el obispo. Trabajando por Alcora… yo digo «Yo soy un gasto de más», y como mi padre, en la carta ya nos decía que fuéramos a Arcada, [inaudible], a l’Alcora o a Sagunto. A la de Sagunto descendían de Vistabella, y tenían una carpintería de carros.
E: ¿En Sagunto?
EB: En Sagunto. La tía Pascuala, su marido; la tía Cinta, su marido, el yerno… en fin. Uno hacía cuñas, el otro tenía un huerto… todo Sagunto eran [inaudible] amos, y llegaron… y los viernes me daba dinero y un paquete para que fuera a la cárcel a ver a mi madre. Yo no pase por ningún…
E: O sea, usted se fue a Sagunto con la familia esta de… era familia de su padre.
EB: No éramos nada… los que bajaron de Vistabella a la serrería de Alcora, y se hicieron muy amigos. Mi padre también tenía café y ellos servían, y un día dice «Manuel, nos han tocado de Sagunto a una serrería. ¿Qué hacemos?», dice «¿Qué tenéis que perder?», dice «Nada», «!Pues hala!»… y es cuando se vinieron.
E: ¿Y así que estuvo en Sagunto trabajando un tiempo?
EB: Sí. Teníamos mucha amistad. Cuando tenía que ir a algún médico a Valencia, la tía Pascuala me acompañaba, y mi hermana aprendió a moldar en casa de la tía Pascuala. Cuando salió mi madre me vine a l’Alcora, y nos pusimos en una casucha, que no nos dejaban poner por si no pagábamos. Una tía dice «Si ellas no pueden, pagaré yo». Chico, uno «Ven ayudarme a no sé qué», «Ven a ayudarme a no sé cuántos», y a comer no quedaba nadie. Coge mi madre y dice «Mira, Emilieta, vete a Castellón y [inaudible] y por lo menos comerás», y me fui a Castellón.
E: Y en Alcora, cuando ustedes vinieron, el ambiente que había después de la guerra con las familias de los rojos, aún había… estaban discriminadas… quedaban aún…
EB: Mucho. Cogí un día, me voy al horno, y en la calle me encuentro a doña Gabriela, «¡Oy, Emilia!», digo «Uy, doña Gabriela, pensaba que se había muerto» y dice «No, hija», y su hijo era el alcalde de Castellón, y comprendí que le dijo a su hijo que fuera a mirar mi expediente… ¿y sabes qué denuncia tuve? Vino un juez a los locos a tomarme declaraciones… un chulo y una rubia. [inaudible] y la monja nos cerró en un cuarto y dice «Mire, voy a hacerle unas preguntas, y seguro que dirán en Villahermosa, será lo que [inaudible]», «Pues entonces, ¿para qué me haces las preguntas?», «Ya empezamos… usted fue la presidenta de las Juventudes Socialistas, y después, de las BNT». Si allí no había ni familias… dice «Y estuvo en la destrucción del cuartel, en la destrucción de la iglesia, y en el asesinato de fulano, setano y otro», «¡Ay, por ahí no paso! Dígame todo lo que [inaudible], pero vaya usted… pregunte», y el 18 de julio estalló el movimiento, y el día 20, me fui a Gandía con una profesora municipal de corte, a aprender de corte… «¡Ay, pues usted será modista!», digo «No sé hacer un punto». Como la profesora era municipal y cosía para los ricos, la denunciaron… y me tocó ir por Gandía sin saber… a buscar todas las chicas que iban al taller. Todas allí hablando, alabando que la señora no tenía política… y la mandaron a casa, y la condenaron y dice «Pues usted será modista». Eso en Gandía, que estuve también cuatro meses. Digo «Mire usted, vaya a la calle San Francisco número 4 con el rosario [inaudible], y le diré dónde pasó los cuatro meses». La condenaron, a todos los que estaban al frente, a coser las banderas, y nos pasábamos la noche las dos… hasta que pude venir para Villahermosa.
E: Usted salió de la cárcel sin haber pasado por un juicio…
EB: No.
E: Serían acusaciones, lo que tenía.
EB: Y cuando encontré a doña Gabriela… Oooy… y como su hijo era alcalde, pues fue a la victoria de guerra, y al ver la declaración se dieron cuenta que era falta del pueblo.
E: Alguna gente del pueblo que no la quería…
EB: Sí. Un amigo de mi padre, que la primera bandera que colgó que vieron mis ojos, fue en su balcón. Yo no la conocía. Fue Centro Republicano, fue alcalde, y cuando lo sacaron de alcalde, se ciñe la gorra y dice «Ahora me vuelvo al otro partido». Eran muy amigos, y por una finca…
E: ¿Se hizo de derechas, ese?
EB: Se hizo de derechas. Ahí le dije al juez «Si quiere que le dé detalles de los que gobiernan, según dicen, el presidente de [inaudible] es [inaudible], y el médico, que es el de Falange, viene de Zaragoza con su padre y buscó un republicano y lo trajo a casa de mi padre». Por si le pasa algo, que le defendiera… y el que lleva el coche de línea, dio un voto de vino a unos cuantos para que arrancaran las escaleras de la iglesia para entrar el coche. Esos, los principales… conque de ahí para atrás calculó lo que [inaudible]. Van y ponen una denuncia como si no pusieran nada… yo digo “Paso por todo menos por el asesinato de estos cuatro».
E: ¿Y usted ya no volvió más a Villahermosa?
EB: A vivir. Nos lo quitaron…
E: Las casas y las viviendas que tenía… ¿qué pasó?
EB: Todo lo que teníamos nos lo quitaron, y a los cuatro o cinco años lo devolvieron.
E: ¿Se lo devolvieron a la familia? ¿A su madre?
EB: Sí, y mi madre fue vendiendo las casas y se compró una allá a la calle San Fernando.
E: O sea, que usted se quedó en Castellón… de Alcora bajó a Castellón a trabajar… a servir… ¿y volvió luego a Alcora a vivir otra vez?
EB: Otra vez.
E: Y ¿cuándo se casó? No estaba casada aún.
EB: No. El marido vivía allí bajo la calle de las ranas, y también estuvo presó. Estuvo en el norte, que hacían una vía, él y muchos… tengo fotografías… muchos. De aquí de Alcora había dos más.
E: ¿En el norte?
EB: De los que trabajaban en el norte.
E: En un batallón de esos disciplinarios. ¿Y conoció a su marido en Castellón, usted?
EB: No. Aquí, que vivía…
E: En Alcora.
EB: Nosotros vivíamos a la esquina, y él allí bajo.
E: ¿Cómo se llamaba él? ¿Manuel?
EB: Manuel Branchadell, «el Guitarró». El más animal del mundo para trabajar. Yo, como trabajaba tanto, el pan de racionamiento lo guardaba para él, y pasé más hambre… Tuve la primera hija, Esmeralda, que ahora le ha nacido un bisnieto mío, que él era camionero.
E: ¿Usted y su marido se pusieron ya a vivir en Alcora?
EB: Sí. Tenía… donde está el banco de Valencia… vivía una hermana de mi madre y su hija, Ramoneta, con el muerto. Un día se fueron a Barcelona… que tenían un hijo… y la novia del hijo y una monja y se mataron. No sé… un sitio muy peligroso.
E: ¿En coche?
EB: Sí.
E: Y a ustedes, cuando vivían en Alcora, ¿por temas de política les molestaron la guardia civil o los de derechas? ¿Los Falangistas les molestaban?
EB: No mucho, pero ibas…
E: Porque aquí en Alcora mataron a muchos. A setenta… sesenta o setenta Hubo una represión muy salvaje.
EB: Sí.
E: A toda la gente que había sido de la colectividad y del comité… mataron a muchos y metieron a muchos en la cárcel.
EB: Teresita «la Roja» todos los años baja, que les hacen un homenaje a todos los fusilados. Este año pasado dice que pusieron un monumento…
E: Lo puso el grupo nuestro. Lo pusimos el grupo donde estoy yo también. Al lado del río, donde los fusilaban, hicimos una escultura con una piedra. Un monumento… y ahí hicieron un acto de homenaje a todos los que habían matado.
EB: Me lo contó Teresita.
E: Y de Villahermosa también mataron a diez o doce.
EB: Sí, pero ahora verás lo que pasó… Mi padre fue el primer republicano en [inaudible], y al estallar el movimiento… de una masía, que se dice… vivió… todos los de allí se vinieron al pueblo. Chico… y se hicieron el amo del comité. Hubo un día… ya había acabado la guerra… y había un cura viejecito, hijo de Villahermosa, que iba paseando y… «Uy, don Juan, ¿qué hace?», «Estoy paseando, ¿y tú dónde vas, Manuel?», «Voy a coger cebollas», dice «¿Quieres que te vaya a ayudar?»… y a mi padre le entró risa y dice «Vamos», y cuando ya entraban, dice «Voy a pedirte un favor», dice «Usted dirá», «¿Por qué no vas a traerme la llave de la iglesia? Pues tengo el sagrario lleno de hostias consagradas», «Ay, don Juan, qué cosas…», «Vés, que a tu t’agradaran». Se va al comité, que vivían en la casa del cura, «Dadme la llave», «Manuel, te estás haciendo fascista». La iglesia… entró el cura, sacó lo que quiso y se fue… y fue a devolver la llave… y aún no hacía ni media hora, que el que era [inaudible], el tío Jenaro va y dice «Manuel, ponte buen calzado y huye, que los [inaudible] quieren hacerte la fiesta». Se tuvo que bajar de Villahermosa al Castillo de Villamalefa a esperar el coche de Onda, y se bajó aquí a l’Alcora y le pone un telegrama a mi madre «Me voy a Barcelona, que tu hermana se ha puesto enferma»… y se tuvo que ir, si no lo hubieran afacturado los [inaudible].
E: [Inaudible].
EB: Porque venían aquellos… veían un pollo allá, «Coja ese pollo y háganoslo para comer». Me parece que eso no es de revolucionarios, eso es asaltar a la gente… «¿Tú por qué eres fascista?», bueno…y se hicieron los amos del pueblo. Había uno que le decían Benages, y cogieron a mi padre cuando hubo una redada de todos [inaudible]. Un cuñado que fue mío, que era comisario de policía secreta en Barcelona dice «¿Dónde vas?», dice «No sé a qué [inaudible] he llamado», «Pues entra ahí adentro», y estaban todos en el suelo y dice «Aquí estamos sentaos todos en el suelo, no nos ha caído ni una maldita silla», dice «Me alegro. Otra vez, cuando vengan los no sé qué no sé cuántos, ve a la casa a robar colchones para que duerman bien». Al día siguiente se lo llevaron a Castellón. Mi padre coge la burra y la tira… se pensaba que iban a matarle. Cuando entraron en la cárcel de Castellón, los cerraron en un sitio [inaudible], «la borreguera», y los puso todos a pelar… «Cuando termine la guerra, haceros responsables de vuestros actos, que no habéis obrado bien».
E: Esos eran los de Bibioj. Los que metieron en la cárcel, ¿quiénes eran?
EB: Los de Bibioj.
E: Los de Bibioj, porque eran del comité, pero no habían actuado bien. Los detuvieron…
EB: Y los sacaron. Desde entonces mi padre se firma Benages Herrando, porque lo cogieron por Benages.
E: Benages Flor había otro. A ese lo fusilaron.
EB: Entonces, yo también aprendí la firma Benages Gasch.
E: Y José Llach era el alcalde de Villahermosa. A ese lo fusilaron también.
EB: Era muy buen hombre. Amigo de mí y tenía taberna y cuando se murió, en el colchón encontraron una carta diciendo «Fulano de tal de Alcora tiene el reloj que le he dado para mi hijo», y subió la mujer… y mi madre fueron y se lo negó. Era el chófer con bastón. No les dio el reloj.
E: Hubo otro que murió en una cárcel de Burgos, también.
[Canvi de gravació]
E2: ¿Eso es el campo de concentración de Burgo de Osma donde estuvo tu tío?
EB: Mi marido sería.
E2: Sí, tu marido. Se ha equivocado él… ¿y está ahí, en la foto? ¿Lo puedes ver?
EB: Todos compañeros. Los hicieron sufrir mucho.
E: ¿Hacía mucho frío?
EB: Sí.
E: ¿Qué contaba su marido del campo?
EB: Hizo muchas amistades, y allí, de noche, se iban por el monte y robaban la comida, porque [inaudible] monte, y no necesitaba agua. Cantaba…
E2: Y crecía.
EB: Y crecía. Un día, fue el alcalde del pueblo, y al capitán le dijo «Sus soldaos de noche nos roban», «¡Mis soldaos tienen comida de sobra! ¡Cójame uno, y delante de todos lo fusilaré!», y ellos se quedaron… y cuando se fueron, ya no volvieron. Todas las noches [inaudible], los jefes, hermanitos míos, que le decían Floreal.
E: ¿Esto es Villahermosa?
EB: Esa soy yo.
E2: Había muchas chicas de Madrid refugiadas.
EB: Se refugiaron calle arriba.
E2: ¿Ahí qué años tenía?
EB: Uy… pocos. Tendría catorce o una cosa así.
E2: Es posible, lo que pasa que va de negro. Pero si le miras la cara… mira, se le ve jovencita.
EB: Eso era un babero que lo gastaban los rojos como uniforme, y mi madre me lo hizo.
E2: Era negro, ¿no? Muy oscuro…
EB: Era azul.
E2: «Un recuerdo para mi querida hermano… hermanos… mosén… del 6 del 37, frente al Pardo, Madrid». «Recuerdo para mi querido hermano» como dedicatoria… Madrid, 26 de junio del 37, frente al Pardo. No está hecha en Villahermosa, está hecha en Madrid.
EB: Yo no estuve en Madrid. La hermana de esta… esa vivía… su madre era panadera de Vallecas y su padre, carnicero. Las debieron de fusilar a todas…
E: ¿Este es su padre?
EB: Sí. Republicano ,uuuuy…. y mi madre beata, uuuuuy…. pero se respetaban el uno y el otro.
E: ¿Su padre en el pueblo era un cargo político?
EB: De Villahermosa… y se suicidó en Sueca.
E2: ¿Él era alcalde o concejal?
EB: Estaba de todo.
E2: ¿Qué quiere decir?
EB: Ponían a uno, quitaban al otro…
E2: ¿Pero él estaba en algún comité?
EB: En Villahermosa.
E2: ¿Estaba en el comité? ¿De qué partido?
EB: El Partido Comunista. Una rica de Villahermosa le dijo a [inaudible] «Si quieres, yo le pagaré y se hará cura», y él «Uuuuuy», y se hizo cura de Villahermosa.
E2: ¿Quién?
EB: Uno del campo de la aviación de Manises.
E2: Pero hablábamos de tu padre, que estaba en el comité…
EB: Sí. Un día estaban las maestras en la plaza de la iglesia, vivíamos aquí a María Catalán, su marido pelaba animales de lana… y arriba, la tía María se hacía el sordo… el cura que trajeron de Manises [inaudible] y corría, y se arrimó al cura y dice «Señor cura, ¿le canto una jota?», dice «Ay, hombre, sí», «Pues mire, yo tenía un pajarito y lo puse a la ventana, y le cagó la sotana» y echó a correr. Entonces el cura «Hombre no te vayas, que no lo he entendido», y se la volvió a cantar. Dice «¿Quién te la ha enseñado?», dice «Mi padre, y mi padre no tenía el tono igual que yo. No aprovechamos para cantar». Un día se presentó el cura… que mi padre se hizo bastero y guarnicionero… y se presenta allí y mi padre se levantó y se dieron la mano. Dice «Vengo a decirle que tiene un hijo muy listo, pero para decirle que, delante de él, no hablen de política», dice «Señor cura, para eso tenemos el comité. En casa, la política no se toca. Emilia, sácale algo al cura», y mi madre le sacó y quedaron amigos. Pero después, el cura de Manises se lo llevaron, y al cabo de los años, mi hermano le tocó el servicio militar a Manises. Un día, estando de guardia dice «Pues de aquí era el cura», y la señora María le daba todo lo que tenía en casa.
E2: ¿De Villahermosa conocías a un hombre que se llamaba José Llach Ibáñez?
EB: ¡Uy, sí!
E2: Háblame de él.
EB: Eran amigos, y José Llach vino de una masía y era muy rico, y montó una taberna e iban a almorzar. En una fiesta de Pascua, bajaron la profesión a la plaza de Villahermosa, y unos de Bibioj… que se hicieron churros… se pusieron ellos en la calle y no lo dejaba pasar, y entonces, de un empujón, tiró de delante al otro y cayeron de culo. El cura bajaba el último… ya estaban todos puestos… y va el cura y no lo dejaban pasar, y coge y de un empujón, tiró al que estaba de culo y cayeron todos.
E2: Pero, ¿quién pegó el empujón?
EB: El cura.
E2: Pero, ¿y qué hacía Llach?
EB: Estaba en un rincón, donde estaban para aparcar la procesión. Tuvo una hija muy bonita, que en Castellón tenía una casa de ropa cosida, que se decía «La verdad».
E2: ¿Sabe una cosa? Yo soy amiga de la hija de Vacilisa. Vacilisa tuvo dos hijos, una chica que se llama Isabel, y un chico que se llama José Luís.
EB: Pero murió José Luís.
E2: No, murió el marido de Vacilisa. Murió el año pasado, que tenía noventa. Pero era el marido de Vacilisa.
EB: Le pusieron pena de muerte. Al quitársela, se subió a l’Alcora y dice «Emilia, fulano tiene el reloj de mi hijo», y el que tenía el reloj, que era el chófer de su fábrica dice «Yo no sé nada de ese reloj».
E2: Pero, ¿a quién le pusieron pena de muerte? ¿A José Llach?
EB: Sí.
E2: Lo mataron.
EB: Sí.
E2: ¿Era el alcalde?
EB: Entonces era el alcalde.
E2: ¿Y por qué lo mataron?
EB: Porque… cuando vino Franco, se lo cargó. La hija… me han dicho que aún vive con ochenta y no sé cuántos…
E2: La hija tiene ochenta y ocho, ochenta y nueve… casi noventa. Vive y está muy bien.
EB: Su hermano murió.
E2: ¿Su hermano cuándo murió?
EB: Estando nosotras… mi madre y yo… en Alcora.
E2: ¿Después de la guerra?
EB: En toda la revolución.
E2: ¿En toda la revolución murió su hermano? ¿Pero de enfermedad? Yo creía que habían fusilado al padre, pero, ¿al hijo también?
EB: Al hijo también… y subió su madre a Villahermosa y dice «Emilia, en el colchón de mi marido me ha salido una carta, que el reloj lo tiene aquí en Alcora fulano», y era el chófer de Alcora más rico… y fueron las dos y dice «Yo no sé nada de ese reloj», y se quedaron las dos…
E2: La mujer de Llach se llamaba María.
EB: Sí.
E2: ¿Sí? ¿Te acuerdas de que se llamaba María? Era alta, delgada, con un pañuelo negro…
EB: Ay… entonces iban así todas. A Alcora… la plaza de Alcora, debajo de la principal… ¿cómo se llamaba?… la plaza de la Sangre, era muy grande. Se bajó un chico de Villahermosa y se hizo fabricante y se hizo rico.
E2: ¿Ese era otro chico?
EB: Un chico… y entonces, los hermanos se bajaron de Villahermosa, y a las afueras de Alcora había muchas casas, y como eran viejas las asorraron y había un barranco que empezó a bajar gente de Penyagolosa… y bajó un hombre y le dijo al alcalde «Mire, allá fuera tengo una finca muy grande donde vivimos toda la familia, pero nos hemos vuelto a la masía. Usted allí hace una plaza de toros, compra seis o siete toros y trae uno a uno al toro… el más valiente»… y todos los años lo hacían correr por toda l’Alcora.
E2: ¿Pero eso cuándo era?
EB: Muy atrás…
E2: ¿Antes o después de la guerra?
EB: Antes. Después, el alcalde hizo una plaza de toros…
E2: ¿Qué alcalde? ¿Llach?
EB: El alcalde era de Alcora.
E: ¿Después de la guerra vivió en Alcora?
EB: Yo era pequeña, seguramente. Empezó a bajar gente de Penyagolosa y por ahí arriba, y mi padre tenía en Villahermosa cuatro casas. Los de Puertomingalvo eran muy amigos, y los primeros que bajaron de Puertomingalvo se colocaron en casa de mi padre… y estando un día en la calle se presentaron tres soldaos y dice «Señor, hoy no hemos comido, ¿usted nos daría algo?», dice «Si os esperáis a que esta gente se acueste, aquí hay mucha comida», dice «Y por casualidad, ¿no tiene sellos y sobres?», dice »Eso sí». Mi padre tenía una caja llena de sobres y sellos, y coge el sobre y un sello. Puso cuatro puntitos y quitó el sello y chupó las cuatro esquinas. Dice «Señor, ¿usted mañana nos tirará la carta al correo?» y dice «Sí. ¿Qué habéis escrito?», dice «Uy, señor, perdone… hemos escrito “Estamos en los picos del Penyagolosa”». En Villahermosa había una mujer muy rica, y le dijo «Dile a tu Juanito que si quiere ser cura le pagaré la carrera», y él, todo contento, dijo que sí. Fue unos cuantos años el cura de Villahermosa. A mi hermano y a mí nos dio la comunión. Se puso muy malo, que lo bajaron a Castellón… y mi hermano, cuando le tocó el servició, le tocó a Manises, donde estuvo el cura… y estando de guardia dice «Ay, pues la señora María, que me daba…» [inaudible] todo lo bueno del cura se lo comía él. Dice que pidió permiso y le dieron unos días y se bajó del cuartel al pueblo, y preguntando por el cura dicen «Uy, hace muchos años que se murió, pero su hermana vive con una sobelina», dice «¿Dónde?», dice «En aquella casa»… entró y dice «¿Aquí vive la señora María?», dice «Sí», «Dígale que un soldado de Villahermosa del Río viene a verla». Entraron y dice «¡Ay, será mi César!» y se abrazaron y les cantó «Yo tenía un pajarito y lo puse en la ventana, y pasó el cura por debajo y le cagó la sotana»… y ellas todas riéndose y se le abrazaron y se fue al aeropuerto. Estando de guardia, había un sitio que no dejaban entrar a nadie…
[Canvi de gravació]
EB: … se le clavó en una piedra, y entonces [inaudible] lo juzgaron y lo trajeron a la [inaudible]
E2: Una cosa, Emilia… ¿su padre ya había muerto, cuando a ti…? ¿Por qué te detuvieron, a ti?
EB: Es que no sé qué pasó, que toda la gente se bajaba, y en Alcora estaban las [inaudible] y un cuñado de mi padre llevaba un caballo… dice «Pepe, yo me quedo en Sueca. Esta mañana me he levantado y he visto que su [inaudible]. Si donde vais vosotros es mejor, os seguiré. ¿De cuánto dinero [inaudible]», «Unos cinco céntimos»… mi padre no llevaba nada, y le dio [inaudible]… dice «Manuel, ¿no te [inaudible]», dice «No que [inaudible]». Allí, antes de… estando la revolución… a mi madre [inaudible] y a mi hermano, una cartera por si no separábamos, y dice «No me quedo en Sueca» y fue al comité y dice «Pues aquí ya están…»… a toda la gente la ponían a lo más arriba, uno en cada sitio… dice «Yo no quiero eso. Yo quiero un sitio para estar con mi mujer y mis hijos», dice «Pues en Sueca no queda». En eso, van a uno y dice «A diez minutos de Sueca hay un maset con una era muy grande y agua. Hace tres años que no vive nadie», dice «Pues donde sea [inaudible]». Vivíamos en Sueca. Mi padre, todos los días, [inaudible]… y vino una chica de Rumanía y dice «¿Aquí en Sueca no hay ningún hotel?», dice «Ahí está, pero está abandonado». Ella entró y lo registró todo, y cuando llegó al final, a lo más bajo, vio un paellón y dice «Voy a probar». Cogió el paellón y se fue a la carnicería y dice «Señora, yo no tengo un céntimo, pero si usted me prepara la carne, haría un paellón y en una cuesta pondría “Hay comida”»… ay, chica… se le llenó todos los que estaban. Por arriba [inaudible], y cuando recogió el dinero fue a la carnicera y dice «¿Cuánto vale lo de…?», dice «Si usted todos los días me da esa carne, haré para toda Sueca». Nosotros vivíamos a diez minutos de Sueca y la evacuadas, como vimos lo que hizo esa mujer, subíamos y le [inaudible] paellón. Un día, viene mi hermano… «¡Emilieta, baja corriendo, que el padre se ha tirado al río!», «¡Oooy! ¡Pues será cobarde…!», yo no sabía [inaudible], y lo cogí de la mano y nos fuimos sequia arriba. Había un árbol y allí estaba la correa de mi padre y el chaleco… digo «Mira, César», dice «Sí, la correa del padre». Yo lo cogí de la mano y nos venimos al maset… y mi padre fue al maset al día siguiente y vivimos los tres años de guerra allí. Pero el día que llegamos a Sueca, a la gente que se quedaba los ponían a lo más arriba, y a la [inaudible] chica carnicera, pues… las evacuadas les [inaudible] el paellón… y es cuando vino mi hermano «¡Corre, baja! ¡Que el padre se ha tirado al río!”.
E2: Cuando acabó la guerra de Sueca, ¿volviste a Alcora? ¿Aquí fue donde te cogieron prisionera?
EB: Ya verás… y había una mujer que todos los días bajaba por la carretera. Un día, vio que mi padre le ponía un tacón a una [inaudible], dice «Señor, ¿si entro me pondrá un tacón?», dice «Sí, entre»… y se quitó el zapato, y cuando se [inaudible] medio día, no se movió, y mi madre hizo arroz caldoso… y como no se movía, le sacó en un plato.
E2: Pero, ¿cuándo vinisteis a Alcora?
EB: Ay, después de todo eso.
E2: ¿Tu padre ya se había muerto?
EB: Sí.
E2: Y tú vuelves a Alcora… ¿Entonces qué pasa, cuando vuelves a Alcora?
EB: Y se dejó una carta escrita que decía «A Villahermosa no vayáis. Id a Sagunto o a l’Alcora», y nos vinimos para acá. Esa mujer que hacía la paella… veníamos todos juntos a Castellón en el tren, y allí nos dejaron en la estación de Castellón. Fuimos de Villahermosa [inaudible], y a mi madre y a mí [inaudible]. A la tarde, cuando suba el coche a Villahermosa, tenemos [inaudible]. Cuando se hizo [inaudible], nos quitaron las esposas y se nos llevaban a Castellón, pero [inaudible] en Sueca y se bajó de la casa y se vino a vivir con mi madre y nosotros, hasta que se acabó la guerra.
E2: Pero, cuando te pusieron las esposas, ¿luego qué? ¿Te las quitaron? ¿Y cuándo te detuvieron luego?
EB: Luego bajamos en un tren que nos dejó en Castellón, en la estación… y a todos los ponían por arriba, y es cuando vino Llach, y allí bajo a la calle, en un rincón, puso una taberna.
E2: ¿En dónde?
EB: En Villahermosa.
E: ¿Usted estuvo en la cárcel?
EB: Estuve en la cárcel de Castellón.
E: [inaudible]
EB: Mi padre no lo cogieron.
E2: El patio, dice.
EB: Uuuuuy… tuvimos un presidente que nos hizo pasar mucha hambre, y hasta sed… y cuando lo cambiaron [inaudible].
E2: A ver si te encuentras… es que está muy pequeñita, la foto.
EB: Aquí bajo había matracas llenas de [inaudible]
E2: Pregunta que si son mujeres o hombres… en las ventanas.
EB: Pues no… lo de las mujeres era una escalinata alta… y allí estábamos todas las mujeres.
E: ¿Y abajo es donde fusilaban?
EB: Y cuando pusieron al nuevo presidente, subió un día… muy arrogante… dice «Quiero que todas mis reclusas, cuando bajéis a… que bajéis todas bien limpias». [Inaudible] todas juntas, dice «Yo os he dejado una cuerda y un balón, y no quiero veros sentadas».
E: [inaudible]
EB: No, allí eran hombres.
E2: Hay más mujeres que hombres… en la foto… dice que hay más mujeres que hombres.
EB: Cuando [inaudible] los hombres, teníamos una plaza…
E2: Y esta foto, ¿por qué se hizo? ¿Era alguna fiesta?
EB: Por eso… estaban todos los jefes y nos hicieron una fiesta. Aquí había otro…
E2: ¿Qué fiesta era?
EB: La fiesta del Pilar.
E: ¿El director es este?
EB: Don José Rico.
E: ¿Hay muchos curas?
EB: Los cambió y se [inaudible] la cárcel. Vio que estaban unos de Villahermosa de cocineros, y nos hacían el rancho en un bidón de alquitrán para [inaudible], dos ollas de hierro con tapadora y nos hacía…
E2: ¿Por qué hay tanto cura?
EB: Ay… porque había muchos.
E2: Ahí en la foto.
EB: Porque entraron [inaudible].
E: Hay muchos niños pequeños. ¿Están dentro con sus mamás?
E2: ¿Los niños pequeños estaban con sus madres dentro de la cárcel? ¿Qué comían los niños?
EB: Lo que les querían dar. Les daban leche, y a veces se les olvidaba, y había una de Alcora que estuvo en un comité y aquella les plantaba cara… «Era un pecado para ellos el que no entraran comida».
E2: ¿Se murió algún niño?
EB: De Vistabella.
E2: ¿Una niña que se quemó? Que le cayó leche hirviendo y se quemó…
EB: Eso fue en Villahermosa.
E2: No, en la cárcel de Castellón. Una niña de Vistabella.
EB: Pues no sé…
E2: Hay unas mujeres que están sentadas y no parecen presas. ¿Esas no eran presas?
EB: De la Acción Católica, doña Gabriela… de la Acción Católica de Castellón. Era casada con un capitán, pero era viuda y tenía tres hijos. Cambió la política y la encerraron en la cárcel con el hijo pequeño, y el mayor era alcalde de Castellón. Doña Gabriela, como me veía… no sé cómo… me dijo «Ve a victoria de guerra y mira la denuncia de Emilia». El hijo tenía [inaudible] la denuncia de mi padre, y la mía estaba en [inaudible] y ella me sacó de la cárcel.
E2: Ella no estaba presa…
EB: No…
E2: Se ha liado, pero la idea es que la sacó ella. Cuando saliste, ¿viniste a Alcora?
EB: Un día… «Emilia Benages, ¿quién es? ¿La madre o la hija?», yo aquel día no bajé porque me hacía daño [inaudible]… digo «Yo soy Paca», «Pues levántate que te vas en libertad», «Oooooy… ¡qué bromas tiene!». Mi madre me subió [inaudible]. Entonces, todas las presas dicen «¿Cómo es que le dan la libertad?», dicen «Abajo está un jefe y [inaudible]». Ya era muy tarde, y me bajaron [inaudible] en Alicante. Un día antes, el presidente, «[inaudible] todas una labor». Yo vi una vez, que allí [inaudible] una iglesia… donde decían misa….
E2: El altar.
EB: El altar… me costó muchísimo. Pues tenía un pedazo de ropa, y cuando bajaba al patio, hacía la [inaudible].
E2: No había luz.
EB: Y todos los jefes querían quedársela porque… chulería… yo dije «No». La del hospital, sor Luisa, que me habían de operar de la garganta, y un día nos contó que cuando tenían fiesta las monjas, sacaban aquello y la madre ya sabía que querían fiesta. Pero en la guerra desapareció. Entonces se me ocurrió hacerla a mí…
E2: ¿Allí al mantel del altar? ¿Te acuerdas de que a una chica de l’Alcora la fusilaron en la cárcel?
EB: Era una mujer… la tía Dolores, «la Coles». Allá afuera, cada San Vicente, había un pedazo que eran medio gitanos todos, y a ella la hicieron enterradora. Un día, un chico de Alcora se presentó al cementerio, que yendo a Figueroles, mataron a un señor muy rico y lo llevaron al cementerio. Vino él y empezó a gritar «¡Sinvergüenza! ¡Que fue culpa tuya! Llevé a mi mujer a un sanatorio y me he quedado sin dinero». Eso lo vio la tía Dolores «la Coles», y la cerraron y se la llevaron a Burriana. Luego, un día trajeron cinco hombres y eran de Alcora… «¡Uy, tía Dolores!»… era muy querida. [Inaudible] dice «Tú tienes tres años de cárcel», dice «Es que aquellos… todos veníamos juntos y tienen pena de muerte». Pasaron los días en Castellón… fusilaban sin piedad. La tía Dolores estaba con nosotras, y en toda la [inaudible], «Dolores, levántese que la justicia la llama». Cuando decían eso era para declarar, y a la que [inaudible], ella se escondió enseguida… toda atemorizada porque sabía… Y al hacer [inaudible], «Uy, señora María… a fusilarme, irán». Como no la vio empezó a [inaudible]. Cuando terminó de vestirse, se puso un pañuelo en la cabeza y, a la compañera de ella [inaudible] «Señor, en tan poquet de mal que he fet i en cinc xiquets que tinc». [inaudible] escalera estaba llena de soldaos con el fusil… porque como dijeron que era tan hostil… y pasó por delante de ellos y se puso al cuarto de espera… y a la madrugada la fusilaron. Tenía un niño de unos cinco o seis años, que su abuela lo recogió aquel día.
E: ¿Tenía cinco niños?
EB: Uy… se las ventilaron para vivir.
E: [Inaudible]
EB: Esmeralda… y a esta la prometió una [inaudible], que habían de hacer el bautizo de mi hermano César, y todas las de arriba éramos churras, los domingos todas a misa. [inaudible] bautizan a la niña, nos reunimos la familia, «Te prometo que te traeré un hijo al mundo»… uy, pues no tardó años… Bueno, como yo evitaba tener más hijos que Esmeralda, Violeta tardó muchos años en venir. En eso, el marido… me dijeron que tenía tumor cerebral, y el médico de Alcora dice «Emilieta, pasando Penyagolosa hay un…»… donde operan a los locos… y me lo llevé. La maleta llena de [inaudible]. Entramos sin hacer [inaudible] y nos dieron la cama número 10. Todos nos veían porque llevábamos la maleta… y se puso a hablar con un compañero y nos entra, y delante de la cama 10 [inaudible]. Le quita la maleta a mi marido y la tira debajo de la cama, dice «Porque si te la ven, te la tirarán a la basura». Entonces me quedé… él allí por si le operaban. Un día… mi marido siempre llevaba el pelo [inaudible], y el doctor dice «Ay, a este le cortáis el pelo y mañana le operaré», y la doctora dice «Te prometo que mientras tú te laves, yo le cortaré el pelo, porque ha de ir toda la noche pelado». Cuando nos levantamos, Manuel y yo nos fuimos a la sala de pruebas, y un señor se volvió loco, [inaudible]… dice «Sentaos allí fuera, que ahora mismo vendrá el doctor y querrá operar», y nos sentamos. En eso viene el doctor, y yo llevaba un libro con [inaudible], este hilo que lo traen para coserle la cabeza a su marido, y yo «Uy, señor»… [inaudible] hay un pabellón donde las mujeres cosen todas las juntas de las sábanas, y entré y dije «Si me dejáis un pedalito, os ayudaré» [inaudible]. Al día siguiente, después que el chico no le encontró cárcel, dice «Sentaos ahí fuera, que ahora mismo vendrá», y eran doctor y doctora… dice «¿Este hilo para qué me lo has traído?», «Para coserle la cabeza a su marido», digo «Uy señor…». [inaudible] les ayudó a las chicas a coses… dice «Pues coge el hilo y…».
E2: Ya nos hemos perdido…
EB: ¿Ya os vais?
E2: No… que nos hemos perdido porque… ¿te has ido de dónde?
[conversa irrellevant]
E2: Estábamos hablando de la tía Dolores, «la Coles». Decías que, cuando fueron a cogerla, se escondió, ¿no?
EB: Era ahí bajo, y de [inaudible] alguacil, Paco…
E2: Pero hablábamos de la cárcel.
EB: No… aquí.
E2: Ya… pero hablábamos de que, en la cárcel, cuando fueron a matar a la tía Dolores, ella se escondió.
EB: No… no. Se puso a vestirse y a ponerse el pañuelo, en tanto que…
E2: Sí… en tan poquet de mal que he fet i en cinc xiquets que tinc. Te queríamos preguntar si conoces a mujeres de la cárcel que ahora todavía viven. ¿Sabes alguna?
EB: Ay… pues no. Aquí abajo vive Amalia, que se casó con Cristóbal Barroc.
E2: ¿Amalia estuvo en la cárcel?
EB: No…
E2: Yo te pregunto… de mujeres de la cárcel que todavía viven como tú.
EB: No…
E2: ¿No quedan?
EB: Hace muchos años.
E2: Teresa Gasch la conocía, ¿no? Teresa Gasch murió.
EB: Pero vivía allí… que hay una era muy grande… y su suegra iba a vender todos los días mandarinas por el pueblo.
E2: Sí, sí. Con Teresa también hablamos. Y la grabamos y tal, pero Teresa ya murió. Que estén vivas, ¿ya no hay?
EB: Pues su hija tiene una tienda de ropa, y no hace mucho vino a verme.
E2: En el libro que Juan Luís te regaló hay una foto de Teresa.
EB: Uy… estuvo muchos años en la cama, pues cuando vino de Alcora, a la plaza de la iglesia que había una escuela de monjas, le pegaron una patada y estaba embarazada de una niña. Seguramente que le rompieron alguna costilla, pero entonces no había los adelantos de ahora, y la niña se la pusieron a su abuela.
E2: Cuando tú estás aquí en Alcora… después de la cárcel… mataron a dos chicos de Atzeneta porque decían que eran maquis. ¿Te acuerdas?
EB: Mi hermano se fue al cementerio porque teníamos al mayor desfallecido, y [inaudible]… pero la tía Dolores estaba haciendo la sepultura al hombre que mataron por la carretera.
E2: [Inaudible].
EB: La tía Dolores estaba haciendo la sepultura… «la Coles».
E2: Pero la tía Dolores es otra cosa… no puede ser. No puede ser, porque nosotros te hablamos de cuando la tía Dolores ya ha muerto. Hablamos de después de la guerra. Dos chicos de Atzeneta… la guerra ya se ha acabado… tú ya has salido de la cárcel y estás aquí, a Alcora… entonces estaban los maquis, los que iban por el monte.
EB: Ah… Los Inseparables.
E2: No, eso es de antes de la guerra. Era por si te acordabas… ahora digo el nombre… ¿cómo se llamaba? La guardia civil cogió a dos chicos de Atzeneta… se llamaba Salvador.
EB: Se puso a vivir aquí bajo [inaudible] el cuartel de San José. Un día bajó un guardia civil que tenía dos mellizos.
E2: ¿El capitán Lobo?
EB: Un día vi a Esmeralda, que tenía unos cinco añitos, se fue a la tienda de mi tía [inaudible] el de los mellizos pasaba con una bicicleta y me la atropelló de tal manera que le chorreaba sangre… y la cojo y me voy carretera adelante, y toda la gente… digo «Ahora le diré al capitán Lobo que, si él quiere a sus hijos, yo quiero a mi hija», y todos «¡No vayas que te denunciará!». Cuando llegué, toqué a la puerta y me bajó la criada. Digo «Dile al capitán Lobo que vengo a decirle que, si él quiere a sus hijos, yo quiero a mi hija. Mira cómo me la ha hecho», y ella dice «Pues el capitán no está», y la criada me ayudó a quitarle la sangre de mi Esmeralda.
E2: ¿Entonces no te acuerdas de que mataron a dos chicos de Atzeneta? El capitán Lobo mató… que un chico se llamaba Salvador.
EB: Mi César se fue al cementerio cuando bajaron esos de Atzeneta, pues que era un hermano que tenía desaparecido. Y no… vio a la tía Dolores haciendo la sepultura para aquellos chicos.
E2: Una cosa, Emilia… ¿quién era Elías «el Chato»?
EB: Uy… eran muchos hermanos, pero él era… vivía detrás de la iglesia y abajo tenía tienda. Al medio, gente para dormir… y él, a lo más arriba, tenía café. Mientras fue alcalde, con mi padre y todo eran amigos, pero nada más salir del ayuntamiento, que pusieron a otro, cogió la gorra y se la puso al revés… dice «Ahora seré amigo vuestro». Tuvo un hermano que su mujer tenía carnicería, y salió a comprar y le dice a mi madre «El marido de la tía Dolores está muy malito. Dígale al padre que suba corriendo». El padre subió y le vendía doce nudos, y cogió los doce nudos y se fueron [inaudible]. Fue y dice «Dolores, ¿cómo está?», dice «Muy malito», dice «¿Puedo entrar a verlo?», dice «Saca los doce nudos. ¿Te acuerdas que me los dejaste [inaudible]», dice «Sí», dice «Pues se los doy a tu mujer y estamos en paz». Entonces, aquella tarde se murió.
E2: Pero, ¿Elías «el Chato» era de derechas?
EB: No sabemos de lo que era, porque igual era de unos… para hacer daño era de [inaudible]
E2: ¿Fue el que te puso a ti las esposas?
EB: En Sueca.
E2: Pero, ¿él era del comité?
EB: Uy… él era de lo que le convenía. No era de nada.
E2: Pero, ¿luego delató a la gente?
EB: Hizo mucho mal.
E2: ¿Por qué? ¿Qué hacía? ¿Denunciaba?
EB: Claro. En la calle [inaudible], que se decía… la canalica. La tía Dolores, «la Coles»… la abuela delató. Tenía un niño más pequeño, y cuando mi marido estaba trabajando… que siempre llevaban a uno para picar al cordero… y va y dice «Tía Dolores, me llevo las chicas y Emilieta nos bajará [inaudible]». Yo siempre hacía un poco más, y el chico…uy… y la tía un pedacito de ramas, puso a dormir hasta que se despierte. Eso era allí abajo al matadero.
[conversa irrellevant]
EB: En eso, envía a la fiesta del rollo, Paco…
E2: Es que claro, como no sabemos muy bien ubicar… nos hemos perdido.
EB: Y una hija de la tía Dolores… que eran muchas… vino llorando a comprar [inaudible]… «¿Por qué lloras, Dolores?», «[inaudible] estoy embarazada», «Con lo bien que venga», «Ay, pero no encuentro padrino», digo «Pues Manuel y yo seremos padrinos de la hija», y tuvo dos mellizos… una niña y un niño. Iba a pedir por [inaudible], y una prima mía me compró muchas [inaudible] para que sepan quién es la niña.
E2: Yo solo te quería decir… antes te había preguntado por José Llach Ibáñez… te he preguntado porque la nieta es amiga mía.
EB: La que tiene la…
EB: La que tiene la tienda… la nieta de Llach es amiga mía desde pequeñita… por eso te he preguntado por él. La nieta se llama Isabel. Tú no la conoces, tú conoces a la hija, a Vacilisa… que tiene ahora un poquito menos que tú. Ella tendrá ochenta y nueve o noventa. ¿Tú tienes noventa y tres o noventa y cuatro?
EB: Noventa y cuatro.
E2: Pues ella tiene noventa. La vimos en el cementerio el otro, el día 1, a Vacilisa y a la hija. Por eso te había preguntado… porque si tú me contabas alguna cosa de Llach, yo se la contaría a ella.
EB: Pues nada más fusilar a su padre, subió su madre a casa de la mía. Dice «Emilia, dentro del colchón que me han sacado de la cárcel, dice que Fulano de aquí de Alcora tenía un reloj».
E2: ¿Tú sabes quién denunció a Llach?
EB: No… le salió dentro del colchón.
E2: No… ¿quién lo denunció? Lo fusilaron porque era alcalde, pero, ¿no lo acusó alguien? ¿O no lo sabes? Vale. ¿Erais amigos? ¿Tu madre era amiga de esta familia?
EB: Aquí éramos todos…
E2: En Villahermosa os conocíais todos. ¿Pero teníais el mismo pensamiento? Tu padre y él, teníais el mismo pensamiento… todos del comité, todos de izquierda. ¿De qué partido? Del Partido Comunista. ¿Llach Ibáñez también era comunista?
EB: Se hizo estando en Villahermosa, que lo hicieron alcalde.
E2: Pero, ¿era comunista o socialista? ¿Qué era?
EB: Todo era lo mismo, casi.
E2: Dice Juan Luís que te deja las fotos para que te las guardes. Para que tu hija te las ponga en el álbum o dónde tú quieras. Te las ha traído él para ti.
EB: Gracias. [inaudible] nos escribíamos cartas… me hice un novio.
E2: Bueno, lo del novio es bonito. ¿O es que lo del novio acabó mal?
EB: Toda la familia.
E2: ¿Dónde estás tú?
EB: Mi padre, mi abuelo, mi madre… esta soy yo.
E2: ¿Y César?
EB: Y César. Vivíamos en Villahermosa, detrás de la iglesia. Estaba la tía María Catalán, que su marido criaba corderos… y la tía María Sordo, el tío Manuel Sordo y su hijo Manuel Sordo… todas las noches venía a casa hilando… y subía [canta una cançó inaudible]… y en toda la calle llamaba a todas las mujeres de comunión diaria e iban a la iglesia y besaban el rosario. Venía por la noche y mi madre le contaba lo del cura. Más arriba estaba la tía Pulinaria, que tenía casa por [inaudible] y, enfrente, hubo una casa grandísima, que le trajeron una carga de…
E2: ¿De qué?
EB: Ya lo diré… no me sale…
E2: Bueno… la tía Pulinaria…
EB: Y una chica… la vio una de [inaudible] y las cogí, y entraron las chicas… las maestras… y se las comieron todas… todas.
E2: ¿Era una fruta? ¿Y se lo comieron todo?
EB: Las maestras vienen corriendo… «Tía Pulinaria, ¿cuánto le debemos?», dice «A mí, nada. He disfrutado viendo cómo vuestras niñas se comían…»
E2: Lo que fuera…
EB: Entonces, las maestras le compraron una falda y un [inaudible] y ella…
E2: Y ella contenta.
EB: Contenta.
E2: Vamos a parar un poco y ya nos iremos de aquí poquito. ¿Te parece bien?
EB: Me acordaré de más cosas.
E2: Bueno, ya te acuerdas de muchas.
EB: [Inaudible] la casa que pusieron de ropas y cositas, era de Teresita «la Roja». Muchos días vino a verme… «¡Uy, Teresita! ¿Cómo estás?», dice «Voy con bastón», yo digo «Pues aguanta, que yo ni con bastón puedo ir»… y recordamos algunas cosas… que cuando su madre se la habían de llevar al norte, se la dejó a su abuela… ahí en la plaza… que una hija era curandera de perros, y como ella…
E2: Eso es Maribel, que es veterinaria.
EB: Y a la niña le sacaba una manta al medio de la plaza y decía a las vecinas «Tened cuenta de ella», y las vecinas, con lástima, la [inaudible].
E2: Bueno, pues ya estará esto, ¿no? Lo cierro ya.