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Testimoniatge de Marcelino Gual Miravet

Nom i cognoms: Marcelino Gual Miravet
Data de naixement: 1931
Lloc de naixement: Vistabella, l'Alcalatén
Data d’entrevista: Agost del 2010
Lloc de l’entrevista: Vistabella
Nom de l’entrevistador/a: Antonio Giner, Jesús Bernat i Juan Luis Porcar
Llengua vehicular: Castellà
Descriptors temàtics: Guerra civil, vida rural, maquis, repressió
Observacions:

TRANSCRIPCIÓ

CHARLA CON MARCELINO GUAL DURANTE LA EXCURSIÓN AL MAS DELS ARCS, AGOSTO 2010

Comentario: La grabación está hecha sobre la marcha con unas 18 personas alrededor. Hay pistas que o no se entiende por el jaleo, o habla de algún tema que no nos interesa, he intentado sacar de cada pista el material utilizable.

TRANSCRIPCIÓN:

E- Entrevistadores

M- Marcelino Gual

M: […] Se cogía la misma paja y se hacía una garba, y esos tíos iban y las contaban, «¿Cuántas hay, 70, 80, 50, 100?» y te contaban todos los jornales que tenías y después decían: «Bueno, pues este tiene tantas garbas, a tanto, ha de pagar tanto».

E: ¿Siempre se pagaba en trigo?

M: En trigo, cupo de trigo. Después eso se quitó todo ya.

E: Las personas que no eran propietarias de las masías, los medieros, ¿pagaban al dueño la mitad de la cosecha?

M: El amo, si era a medias se les llevaba la mitad, si eran arrendatarios se pagaba con dinero y el trato que tenían, unos con patatas…, cada uno tenía un trato, y el que iba a medias pues se le llevaban un tanto por garba más el arrendamiento que había que pagar al amo. Se pagaba una vez al año.

E: Entonces, si los medieros tenían que dar la mitad de la cosecha al propietario y de la otra mitad tenían que pagar el cupo, se quedarían sin nada.

M: No sé si el cupo ese lo pagaban entre los dos, puede que lo pagaran la mitad el amo y la mitad el mediero. Hubo masías en las que se quedaron sin trigo. Molían la cebada, el maíz y lo mezclaban con el trigo, ¡y salía un pan negro!… como si lo hubieran pasado por una chimenea, nada más verlo… Molían la cebada y los machos se comían la paja, y la cebada la molían para comer. La harina la pasaban por los cedazos y la mezclaban con la harina de maíz o del trigo y comían de ahí, salía un pan tú… ¡a redeu! Pues cuántas veces he dicho yo: «Si estos jóvenes que lo tiran hoy lo hubieran visto…» […]

[…] 

E: Cuéntenos Marcelino cómo fue esto, ¿fue el día que entraron…?

M: Sí, cuando entraron las fuerzas de…

E: ¿El 3 de junio?

M: En lunes. Mataron a toda esta gente que iban huidos por delante, al entregarse pues los mataron.

E: ¿Qué eran, soldados o guardias de asalto?

M: No lo sé yo.

E:  ¿Eran 6 o 7?

M: Aquí dicen si hay 5 o 6 enterrados aquí, y en nuestra masía 2, pero de allí se llevaron a uno y quedó uno. Vinieron los familiares, se enteraron, vinieron a preguntarnos a nosotros, a nuestros padres, diciendo a ver si allí había una gente que habían matado. Les dijimos que sí y les dijimos de la forma que eran aquellas personas y todo eso. Les llevaron allí y quitaron la tierra, les desenterraron y el otro se quedó allí, que aún estará allí.

E: ¿Y los de aquí están aquí o se los llevaron?

M: Yo creo que los de aquí están todos aquí. Aquí vinieron los familiares e hicieron este pilón, y había un retrato de cada uno ¿comprendes?, que eso lo he visto yo, y ahora eso se ha perdido, ya sea por los animales o sea porque se ha quitado, eso se ha perdido de encima del pilón, pero hay 4 o 5 enterrados aquí.

E: ¿Y eran familiares de fuera de Castellón?

M: Eran de fuera, como esos que nosotros teníamos en nuestra masía, que nunca hemos sabido de dónde eran, bueno, a nuestros padres a lo mejor se lo habrían dicho pero nosotros de hecho no nos enteramos . Porque nosotros, xiquet… yo tenía 7 años y no nos dejaron acercarnos a sacarle cuando le sacaron. Cuando vinieron los familiares, allá dentro del trigo se puso una manta de esas que dicen de soldado, de esas que hay. A cada uno una, a uno le pusieron ahí y al otro le pusieron aquí, y cuando vinieron a preguntar les dijeron. «Pues mire el que había joven –porque uno era mayor y el otro joven-, este está aquí enterrado y el otro está aquí». Entonces él llevaba reloj como ahora lo llevo yo, y no le cogieron nada, le pusieron allí y no le cogieron nada. Y conocieron el reloj y se le llevaron, le agarraron dentro de la manta y se le llevaron. El otro se quedó allí, volvieron a tirar tierra encima y se le volvió a tapar.

E: ¿Y a los de aquí vinieron los familiares?

M: Sí e hicieron este pilón y pusieron los retratos de cada uno. (nota: realmente fueron 2 los retratos)

E: Me habían contado que la familia de uno de ellos lo sacó y le pusieron en un nicho en el cementerio de Vistabella.

M: Eso ya no lo sé, eso los que estaban en la finca estarán más enterados. Nosotros como estábamos allí en el mas aquel, pues claro, lo de allí so sabíamos todo. De aquí sabíamos que los mataron aquí, que les enterraron aquí, pero no sé si se llevaron a uno, eso ya no lo sé yo ¿comprendes?

E: Basilio tardó aún bastantes años en llegar aquí ¿no?, estaba en el Mas de la Lloma

M: Sí, estaba en el Mas de la Lloma. Aquí había uno que se llamaba “Setrolino” (nota: Saturnino), estaba aquí cuando pasó la guerra, “Setrolino”.

E: Saturnino el padre de “Tolín” y de estos.

M: Estaba aquí, la familia sí que lo saben claro porque es como nosotros en el Mas dels Arcs que te lo puedo explicar todo conforme fue, conforme les mataron, conforme les pusieron.

[Aquí viene un comentario de Rafael Fabregat sobre el libro del cementerio y los nombres que aparecen registrados, cerca del día 3 de junio del 38, todos ellos venían con las tropas de Franco]

M: […] Por la parte del Mas dels Arcs había trincheras , encima del Mas dels Arcs y del Mas del Manzanar había trincheras, allí fueron a parar las fuerzas de Franco, los moros.[…]

[…] les pusieron uno aquí, otro allá, cada uno enrollado en una manta y conforme iban vestidos con lo que llevaban encima, todo se quedó. Les faltó un trozo para acabar el túnel, el túnel lo hizo esa gente, se presentaron aquí, venían huidos de lo que fuera y se quedaron aquí. Estuvieron 15 o 20 días o más, allí comían y allí estaban, y cuando llegaban las fuerzas, en vez de quedarse allí en el refugio, cuando llegaron los moros con las fuerzas se dirigieron a ellos. Conforme salieron, pum pum pum, iban los dos junto y cayeron los dos junto al suelo. Después las fuerzas se quedaron aquí arriba, había trincheras hechas. Cuando estuvo más tranquila la cosa les pusieron a cada uno en una manta y… […]

[…] con nosotros no se metieron, nosotros estábamos dentro pensando que nos matarían, yo tenía 7 años y mi hermano 6, ya puedes ver el susto que tendría mi madre. Nos decía que nos metiéramos para adentro porque nos podían dar las balas. Cuando les dispararon para matarles saltaban las balas por todos los lados, ¡armaron un tiroteo!… Les dejan allí y se fueron allá arriba a pasar la noche, nosotros nos quedamos aquí y conforme se fueron salimos a enterrarles al lado del refugio ese, les arreglamos a cada uno con una manta y les pusimos ahí. […]

[…] Aquí vivíamos dos familias, nosotros y otro vecino. Éramos 7 hermanos y quedamos 3, un hermano, una hermana y yo, los demás han muerto todos. Aquí viví hasta los 30 años, teníamos de todo, ganado, mulos, verduras, en la finca esta recogíamos hasta 25.000 kilos de trigo, lo segábamos todo con hombres que venían de Atzeneta y de Xodos.

Tenían hecho un refugio desde esa casa hasta aquí abajo donde está enterrado el que te he dicho, pero no llegaron a acabarlo. Aquí comían y aquí se quedaban y cuando vinieron los moros –estaban entonces mi madre y un hermano- ellos al oírles salieron por aquí. Ahí hay una roca blanca que parece de esas de cal, tendrá 40 o 50 cm. de alta, allí en la misma roca les mataron, ahora está tapado y no se ve. Nada más salieron les pegaron cuatro tiros, las balas saltaban por todos los sitios, y cayeron los dos. Entonces les matan y se van las fuerzas allá arriba donde te he dicho. Con que a la mañana siguiente fuimos y con el vecino les llevamos ahí abajo junto al refugio y les enterramos. Al cabo de una temporadita vinieron los familiares de uno de ellos preguntando, y como mis padres ya sabían cómo eran les dijeron: «Aquí hay dos, uno de esta manera y el otro así». Uno llevaba reloj con que… les destapan y salen enrollados cada uno en una manta y todavía llevaba el reloj y todo conforme le enterraron. Se le llevaron, al otro le volvimos a enterrar y ahí está, ya no ha preguntado nadie.

E: ¿El vecino les dejó hacer el refugio desde su casa?

M: Claro

E: ¿Y al hombre este no le hicieron nada?

M: Nada, y a nosotros tampoco, éramos gente normal, aquellos iban huidos por miedo, algún mal habrían hecho, eso nadie lo sabe.

E: ¿Se supone que eran desertores?

M: Claro, vendrían huidos de la “mili” o de una cosa u otra, iban huidos y no con las fuerzas, y esos en cuanto llegaron aquí no pidieron ninguna explicación, salieron de ahí y pam pam pam, se les cargaron a los dos según salían juntos, los dos cayeron en el mismo sitio. Nosotros estábamos allí, mi madre asustada nos decía que nos metiéramos para dentro. En las casas no entraron pero volvieron, ahí había un corral y teníamos gallinas y pavos, volvieron y se llevaron pavos. Había una cabra que saltó la pared y se escapó, y se salieron los pavos por allí. Con ellos iba un intérprete de esos que saben idiomas y les frenó si no, no nos hubiera quedado nada. Nosotros a los moros no les entendíamos, como ahora tampoco les entenderíamos, entonces menos porque ahora han venido rumanos y se oyen otras lenguas, pero entonces era la primera vez que oíamos un idioma diferente, no entendíamos nada. La cabra saltó y el pavo se lo llevaron a la trinchera, y nosotros por la noche sin poder dormir.

E: ¿Vieron por aquí a las tropas republicanas cuándo hicieron las trincheras?

M: Por aquí nada más que vinieron esa gente que se refugió y después las fuerzas de Franco, los moros y todos esos. Esas trincheras, cuando llegaron ya las habían hecho los otros, lo que pasó es que fueron a parar a las trincheras que habían hecho los otros. Pero a los que trabajaron ahí, a los que hicieron todas esas trincheras nosotros no les vimos.

[…] Hicieron un refugio, un agujero como una galería para salir abajo, hicieron un túnel y abajo un sitio más amplio de dos o tres metros de ancho, si no se hubiera caído lo habríamos visto. Si querían podían entrar por la galería y salir por aquí, así tenían un sitio por donde poder huir. Y estos lo hicieron al revés, si se hubieran quedado ahí y no hubieran salido, cuando hubieran pasado las fuerzas, si esta gente hubieran hecho algún mal les habrían buscado y si no hubieran hecho nada, habrían vuelto con sus familias. Salieron para pasarse a las fuerzas de Franco y estos nada más salir… Se presentaron todas las fuerzas aquí, no sé si porque buscaban esto o porqué, venían derechos y después de matarles tiraron para arriba, era casi de noche y se quedaron ahí arriba, ¡un jaleo!… Desde aquí nosotros les oíamos. Lo que no puedo entender es que estos hombres si no tenían confianza, cómo salieron… […]

[…] La guardia civil se portaba muy bien con nosotros no nos molestaban, los pobres ya veían que aquello era una necesidad. Ya ves tú, moler un trigo de tu propia casa, que no lo has tocado con nada, que te lo has cogido… Agarrábamos un mulito y parábamos en Xodos, llegamos a un punto que no te molían, solo una carga y otra en otro molino, y otra en otro… El molino de aquí lo cerraron, no les dejaban moler. Esos molían como si robaran, al estraperlo, de noche. Cuando se hacía de noche allá a las once o las doce soltaban el agua, –eran molinos de agua-, y te molían un poquito y tenías que ir a todos los molinos, un poquito aquí, un poquito allá. Nosotros éramos siete de familia y mi padre y mi madre, y teníamos que hacer media carga e ir al Carbo, a La Estrella, al Molí Lluna, al Molí l´Asor, al Molí mes Alt, lo necesitábamos. A nosotros no nos faltó nunca el pan porque trabajábamos mucho y cogíamos 10.000 kilos de trigo, o a veces 25.000 y aún sobraba, aún sobraba. Había alguno que tenía miedo y aunque tenían trigo no podían tener harina. 

Entonces nosotros nos juntábamos con los vecinos de al lado -éramos cuatro vecinos-, cargábamos los mulos y unos iban delante vigilando por si veían a la guardia civil y otros con los machos. Entonces íbamos llevando trigo de poco en poco y así nos hacíamos con harina, cuando ya habíamos ido a uno, la siguiente carga la llevábamos a otro, no podías ir a un solo molino. Este (el molino del pueblo) estuvo dos o tres años sin poder moler cuando acabó la guerra, era de Benito “Sardina” y de su hermano Angelino, que Angelino era el padre de Juan José Gonzalo, ese que vive ahí cerca de la fuente en las casas esas de Manolita, ¿le conoces?, pues del padre y del tío. Luego cuando lo volvieron a abrir ya podías ir allí con los mulos y no había que padecer tanto. Íbamos al molino de Xodos por la noche y allí contra el molino nos decía Modesto: «Dejadlo ahí ya lo entraré yo, no bajéis cargas grandes solo cuatro barcillas para poder manejarme bien». Subíamos por el Mas de Les Pomeres buscando la pista que viene de Xodos, entonces era un camino rural, por ahí se bajaba y se pasaba por el Mas del Zurdo y el Mas dels Arcas, pero ahí los guardias muchas veces se quedaban en nuestra casa y vivían también allí cuando lo de los maquis… pero antes también era igual. La guardia civil sed quedaba por allí, les pusimos uno colchón en el pajar y dormían allí. Nosotros teníamos dos cargas ya preparadas en el corral, cargábamos y nos íbamos, yo tenía siete años y les acompañaba a Xodos de noche… ¡me cago en la mar, se ha padecido mucho! […]

[…] En Xodos nada más estuvo la guardia civil cuando los maquis, una brigadilla, pero cuando la guerra no había guardia civil más que aquí. […] (después de la guerra).

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