Dictadores herencias, mitos y sombras

DICTADORES, HERENCIA MITOS Y SOMBRAS

Las sombras de los dictadores conviven en el lugar obscuro de los regímenes democrÔticos. Una convivencia perversa en tanto que aunque a veces manifiesta carece de nombre y se camufla al amparo de la democracia. Sus manifestaciones cobran forma encubierta en el juego democrÔtico mediante la decalificación a intelectuales, políticos y ciudadanos de a pie que se autodefinen de izquierdas. Estas agresiones no provienen de la gente mÔs necesitada sino al contrario de personas muy acomodadas conservadoras y muy frecuentemente cristianas. QuizÔs no leyeron con la debida atención los evangelios que se leían en la educación católica obligatoria durante la dictadura.

Es evidente que hablar de algo que para uno es obvio con interlocutores tan alejados en sus puntos de vista puede resultar inútil. Por lo menos se debería de partir de una misma base común. Pero parece ser que ni siquiera aquella común educación católica resulta ser esa base común, ya que han olvidado aquellas enseñanzas del camello por el ojo de la aguja o la de dad a Dios lo que es de Dios y al Cesar lo que es del Cesar, o la expulsión de los mercaderes del templo. ” da para tanto el mundo simbólico! Cabe preguntarse que ha hecho la jerarquía eclesiÔstica en este país para haber estado siempre tan lejos del mensaje de su Dios y tan cerca del poder particularmente del absoluto.

Otra posible opción de la agresión y la descalificación serĆ­a propiciar que los Ć”rboles no dejen ver el bosque mediante la perversión del lenguaje. Por eso es importante y necesario poner nombre en lugar de pasar las pĆ”ginas con los ojos cerrados, y que todo sea un totus revolutus. Poner nombre a los mitos y las sombras de los dictadores y de sus fieles e Ć­ntimos colaboradores, no sea el caso que se olviden sus acciones. Ellos de forma comĆŗn en la historia han destruĆ­do las repĆŗblicas parlamentarias—caso Alemania, EspaƱa y tantos mĆ”s–.Han eliminado las libertades democrĆ”ticas y los derechos civiles, reduciendo los partidos a uno Ćŗnico, el partido de la dictadura, militarizando los estados, utilizando la violencia polĆ­tica sin medida contra sus oponentes. Enemigos furibundos siempre maquinan para echar abajo desde el principio los órdenes democrĆ”ticos, organizando, secundando golpes de estado promovidos por ellos. Luego son los mayores propagadores de leyendas donde pretenden negar y justificar incluso la violencia que utilizan, su violencia y sus organizaciones paramilitares, a la par que censuran el resto.

Estas actuaciones suelen propiciarse mÔs en momentos de crisis económicas, cuando hay disputas entre partidos presentando la crisis siempre como un resultado del sistema democrÔtico. Entonces se autodefinen como salvadores y movilizan los grupos políticos conservadores, los intereses de los grandes poderes económicos y todos en unión intentan derribar el poder parlamentario, el poder legítimo. El objetivo común de destruir la democracia conlleva la persecución de todos los oponentes políticos, la guerra, la destrucción él exterminio. Y el lema del dictador in vestido de salvador es seguir el camino que para él trazó la providencia, también como coartada a sus responsabilidades criminales.

Resulta cómodo para ellos que pese a la gravedad de hechos que ya anticipan sus intenciones no sean condenados o sus condenas sean leves,– a Hitler solo se condenó a 5 aƱos a pesar de ser uno de los principales organizadores del golpe de estado del 9 de noviembre del 1.923–en EspaƱa otro tanto. DespuĆ©s la impertinencia perpetuada en algunos casos sigue impidiendo ponerles nombre marginando, amenazando y bloqueando la aplicación de leyes para tal fin.

Esa es la herencia, esos son los mitos, esas son las sombras de los dictadores, mÔs alargadas o menos en función del poder de sus hijos, aquellos que siguen en el mundo de la dictadura herederos de ella de la que parece ser nunca despertaron.

Todas estas realidades empíricas con sus nombres y apellidos son imprescindibles en la formación y educación de ciudadanos/as para una democracia, con capacidad crítica mÔs allÔ de un pensamiento único y con capacidad de discernimiento, de tal manera que no valgan engaños ni manipulaciones que permitan la utilización de un sistema democrÔtico como camino para encubrir actuaciones propias de una dictadura. Y no valgan justamente porque los valores democrÔticos de dignidad humana permitan discernir falsos constructos que pretenden disfrazar los valores y el hacer de una dictadura, como son la intransigencia con el pensamiento diferente, con la condición humana plural, la utilización de la imposición, la intolerancia y la hipocresía institucionalizada como recursos y la defensa de bastiones, tales como el dogma y la monopolización del poder.

Firmado. MĀŖ Isabel Peris

18 881 924 M

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